viernes, 21 de mayo de 2010

Los dependientes


J. Rodríguez Momelo dibuja así el mundo de los dependientes en los inicios del XX:

“Casi todos duermen en sótanos sin ventilación, o en habitaciones inverosímiles. Se levantan con la aurora. Dura su faena todo el día, comen deprisa y corriendo, cierran la tienda y arreglan todo dentro o ajustan las cuentas del día”

Lo cierto es que, antes de que la ley estableciese en 1919 las ocho horas, las jornadas laborales podían durar desde las 10 horas de las peluquerías, hasta las 15 de los ultramarinos o las 18 de las tabernas. Aunque en 1904 se estableció el derecho al descanso dominical, este tardó mucho en poder realizarse, lo mismo que el trabajo infantil, ya que en 1900 todavía era frecuente encontrar arrapiezos de 14 años trabajando en el comercio.

En 1912 se crea la llamada “Ley de la silla” que establecía el derecho de cada empleado a disponer de una silla, pues hasta entonces debían pasar la jornada más tiesos que un mástil, lo que ocasionaba no pocos problemas de salud. En cuanto al alojamiento, los empleados vivían a menudo en el propio establecimiento, colocando un pequeño colchón sobre los mostradores o en el mismo suelo, aunque no siempre había un colchón para cada trabajador.

Foto: Alvaro Benítez. (Dueño y empleados en el Museo del Pan Gallego)

lunes, 10 de mayo de 2010

Churritos madrileños

Los churros y las porras son uno de los grandes inventos de nuestro país, apreciados hoy en todo el mundo. No se conoce el origen de este alimento sano y exquisito, aunque se suele situar su origen en los comienzos del siglo XIX.

El secreto para preparar una buena masa es mezclar en riguroso orden la harina de trigo, la sal, y finalmente, el agua caliente. La masa, bien ligada, se introduce en la manga churrera. Se fríen en abundante aceite, hasta que estén dorados, y se escurren cuidadosamente.

Aún tenemos buenas churrerías como “Sanz”en la calle Cervantes (de fines del XIX), “La Maja”, en la calle Luisa Fernanda, Santa Teresa, en la calle del mismo nombre, La Encarnita, en Meléndez valdés, Mingoarranz, en Felipe II,…

En la foto: "La Encarnita" En Meléndez Valdés. Foto: Alvaro Benítez

domingo, 2 de mayo de 2010

Chocolatería de San Ginés

El chocolate ha causado furor entre los madrileños desde que el conquistador Hernán Cortés lo trajo de América. Los indígenas lo tomaban salado, pero los españoles dedidimos añadirle azúcar. El chocolate con churros ha sido el desayuno y la merienda favoritos de los castizos durante siglos. En el XIX, chocolateros ambulantes lo vendían durante la noche en la Puerta del Sol. Tal vez radique aquí la costumbre de terminar las juergas nocturnas tomando chocolate con churros. Abierta en 1894 en el local de un viejo mesón, San Ginés es la chocolatería más tradicional de Madrid.